MIRA ¡¡SOY INFLUENCER!!. Vivimos en la era del postureo profesional, donde un perfil de Instagram con 100.000 seguidores y fotos de café con frase motivadora ya parece suficiente para autoproclamarse “influencer”. Todo bien hasta que descubres que el 80% de esos followers son bots con nombres como @juanlopez1234567890 y que el engagement real es tan emocionante como una reunión de vecinos. Pero claro, en el mundo de las apariencias, más vale parecer que ser… ¿o no?
Este artículo es un bisturí para abrir en canal el fenómeno de los influencers de cartón y los servicios de marketing que venden humo envuelto en métricas vacías. Porque mientras algunas marcas siguen apostando por la cantidad, lo que realmente marca la diferencia es la calidad de la comunidad, la interacción genuina y la credibilidad. Hoy hablamos de cifras infladas, egos sobrealimentados y la peligrosa confusión entre visibilidad y valor.